YACIMIENTO
DEL CERRO SAN ESTEBAN
En las proximidades de la población se encuentra el asentamiento celtíbero ya citado, que perduró hasta la época romana. Se extiende por la cumbre y una parte de las laderas del cerro de San Esteban, sobre una superficie aproximada de 10 hectáreas. Es sin duda uno de los más interesantes de todo Aragón, mas , a pesar de ser conocido, apenas se han realizado sobre él pequeñas catas y sondeos para averiguar su estructura y cronología.
Ya
en 1921 Ramón Menéndez Pidal indicaba su existencia y los expolios que debió
de sufrir en décadas anteriores, pero fue en 1957 Purificación Atrián quien
llevó a cabo la primera prospección arqueológica importante, continuada entre
1976 y 1978 por Francisco Burillo. Lamentablemente, en 1992 se denegaron desde
Zaragoza las ayudas económicas para proseguir las excavaciones, con el
consiguiente riesgo de acciones desaprensivas de los buscadores de monedas y de
metales.
Sobre
los restos que actualmente pueden contemplarse en este yacimiento, señalar que
pueden apreciarse hasta 1.456 metros de muralla, de un metro de altura y cuatro
de grosor algo irregular, e incluso la presencia de ocho torreones externos de
planta cuadrangular, más otro interno. En las inmediaciones ha aparecido gran
cantidad de cerámica celtíbera y romana, así como restos óseos,
bronces, hierros y vidrios, aparte de buen número de monedas que indican
las importantes relaciones comerciales que tuvieron lugar en este asentamiento.
En
nuestra opinión, el abandono que sufre este yacimiento es una de tantas
asignaturas pendientes que tiene la comarca del Jiloca con su historia. Urge un
plan de conservación y de protección;
en este sentido recientemente se ha denunciado la construcción por parte del
Ayuntamiento de Calamocha de un camino en el cerro de San Esteban que, al
parecer, ha destruido una parte de la muralla. Por otro lado se precisa un
estudio más amplio y profundo de las características de los lienzos de la
muralla así como de los materiales extraídos, el vallado de las zonas más
delicadas, o destacar convenientemente con paneles y rótulos la importancia del
asentamiento. En fin, se trataría de estudiar la posibilidad de crear un foco
de atracción turística junto al yacimiento de La Caridad de Caminreal, los
puentes romanos de Luco y de Calamocha, con el necesario complemento de un museo
comarcal en el que se expondrían una parte de los materiales que han salido de
estos importantes núcleos urbanos de la antigüedad.
Todavía
existe otro yacimiento en la partida de El Molino, cerca de la ermita de la
Virgen del Moral, donde han aparecido fragmentos de cerámica y de metal de las
épocas ibérica y medieval. También en las Lomas Altas, cerca de la fuente de
la Gota y del peirón de San Antonio, puede apreciarse un tramo de calle
empedrado, posiblemente de la etapa musulmana.
Recientemente estudiados en las páginas de las publicaciones del Centro de
Estudios del Jiloca, el antiguo lavadero de lanas y las minas de hierro tuvieron
una gran importancia económica en la vida de la localidad y aun en la comarca.
Mencionado ya en el citado Diccionario geográfico de Madoz, el lavadero de
lanas ha merecido un documentado estudio de Emilio Benedicto(1), en el que queda
de relieve la importancia de esta explotación industrial construida entere los
siglos XVI y XVIII, y que funcionó hasta bien entrado el XIX, llegaron a
trabajar en los momentos de mayor esplendor hasta cien personas entre
administradores y operarios. Perteneció en un principio a la familia infanzona
de los Lapuente, en 1669 se vendió a Apolonia Claveria, esposa del mercader
francés Juan del Rey, cuyos descendientes lo siguieron explotando hasta su
cierre. Todavía hoy quedan restos de este lavadero en el camino de Fuentes
Claras.
Bajo la dirección de Chabier de Jaime(2), un grupo de alumnos del Instituto de Bachillerato “Valle del Jiloca” han recogido información sobre la explotación del yacimiento de hierro ubicado en el monte Valdellosa, desde finales del pasado siglo hasta 1920. Se trataba de cinco pozos de los que destacaban por su profundidad los conocidos como del Carmen y de La Caseta. La financiación corrió a cargo de las familias Rivera, de Calamocha, y Beltrán, del Poyo. Hacia 1945 se intentaron reanudar las extracciones, pero la falta de rentabilidad económica de nuevo frustró el intento.
(1)BENEDICTO GIMENO, E.(1997): La crisis del siglo XVII en las
tierras del Jiloca.Tranformaciones sociales e innovaciones económicas.Centro de
Estudios del Jiloca, 197 pp.
(2)JAIME LOREN,CH; ESCURA LAZARO,A;MUÑOZ BERNUS, S.; SIMON MARTIN, P:
Las minas de hierro en El Poyo del Cid.Xiloca , 19,229-238. Centro de Estudios
del Jiloca.
El término municipal es atravesado por el río Jiloca, en cuyas inmediaciones aparecen numerosos manantiales naturales, lo que se ha aprovechado para perforar nuevos pozos. Pese a esta abundancia de agua, las acequias y canalizaciones están muy cuidadas, hoy prácticamente todas son de cemento, lo que evita pérdidas de agua.
La compleja red de riego, en varias partidas compartidas con Fuentes
Claras por medio de originales y curiosos acuerdos de fechas y de otras
circunstancias, se rige por una única Comunidad de Regantes, de la que a su vez
dependen los diferentes pozos de riego. Estos comenzaron a construirse en la década
de los cuarenta, a raíz de la implantación de la azucarera de Santa Eulalia,
con el objeto de extender el cultivo de la remolacha por los pozos del Tomillar,
Porvenir, Campeón, Voluntario y Ojillo. Cada uno de ellos bajo el control de
una sociedad compuesta por los agricultores que se benefician de sus aguas.
Sobre los riegos compartidos con Fuentes Claras, destaca el del
manantial de los Ojos, cuya comunidad la forman labradores de ambas localidades
que regulan su explotación no sin cierta polémica en su momento. Para el de La
Hilera, los de El Poyo disponen para el riego martes, jueves, viernes, sábados
y domingos por la mañana, mientras que los de Fuentes Claras tienen reservados
lunes, miércoles y domingos por la tarde. Los riegos nocturnos de abril se
comparten doce noches en bloques de cuatro para El Poyo, y el resto Fuentes
Claras; y aquellos dejan luego de regar hasta San Juan. En el pozo de la
Aceicuela los de El Poyo riegan de lunes a jueves, y sus vecinos de viernes a
domingo.
Entre los manantiales del término, recordar la citada fuente de
Berenguer, donde la tradición quiere que lavara allí sus heridas este conde
de Barcelona tras la derrota que sufrió en las inmediaciones a manos del Cid;
las de La Gota, La Navaza, Del Bao, aparte de las de El Lavador y El Palomar,
que abastecen el agua de boca de la localidad, o la de Juan el Herrero, que
lleva el agua hasta Calamocha. Otras fuentes, ya en el monte y a veces secas,
son las de Zueca, Aguayadoras o del Calderillo.
Sin duda, la obra más importante es la iglesia parroquial dedicada a San Juan Bautista, que fue bendecida el 16 de enero de 1735. Es de mampostería, tiene tres naves con coro alto y portada barroca, con la torre al pie de planta cuadrangular. El altar principal está dedicado al titular de la parroquia., es de estilo rococó del siglo XVIII, completado con numerosas imágenes. Destaca igualmente el retablo gótico de San Juan Bautista, del siglo XV, el renacentista de San Roque del XVI, la de la Virgen del Pilar, de San Antonio, la Inmaculada Concepción, así como la pilar bautismal y algunas piezas de orfebrería de los siglos XVII u XVIII-
En la partida de El Molino, en el camino de Fuentes Claras, se halla la
ermita de la Virgen del Moral, patrona de la localidad. Construida también en
el siglo XVIII, es de planta única en cruz latina, que tiene anexa la casa del
ermitaño recientemente acondicionada. Toma el nombre de un gran moral que hay
en las inmediaciones. Es
objeto de romería…
La pieza más valiosa es la imagen de la patrona, la Virgen del Moral, gótica del siglo XIV, aunque la cabeza parece de otro periodo, fue traída por los templarios. Ha sido restaurada en los talleres de la archidiócesis de Zaragoza por el sacerdote D.Felipe Cervera Vallespí, se iniciaron los trabajos el 21 de noviembre de 1994 y se concluyeron el 16 de enero de 1996. El importe de la restauración fue de 480.000 Pts., se afrontó a partes iguales entre los vecinos y la diócesis. Lo mas sustancial de los trabajos consistió en la reparación de uno de los brazos, el arreglo de los deterioro de la cabeza por la colocación de las coronas metálicas, la recuperación del color originario de la túnica, arreglo de descascarillados, dorados, y el saneamiento anticarcoma.
Situada en la cima del cerro que lleva su nombre, la ermita de San Esteban parece que se construyó en el siglo XVIII, aunque con el tiempo acabó semiderruida siendo, al parecer, desvalijada su imaginería. Restaurada en 1993, se bendijo solemnemente el 4 de junio del año siguiente por D.Antonio Algora, obispo de Teruel. Las obras se llevaron a cabo en buena parte por el sistema de peonada en el que hubo una importante participación popular . Asimismo, se acondicionó el camino que facilita su acceso para la subida de vehículos. Destacar que apenas ha merecido la atención en los inventarios artísticos más conocidos.
El otro patrono, San Esteban, que carecía de la correspondiente imagen por pérdida de la original, recientemente mereció que se erigiese otra en su honor, de unos 60 cms de altura, obra del artista autodidacta de la localidad, Luis Abad.
Desde
1995 , coincidiendo con la restauración de la ermita de San Esteban,
se ha recuperado la romería a la misma, que tiene lugar el primer domingo
de junio, se oye la Santa Misa con la correspondiente comida de hermandad entre
peñas y vecinos. Por la tarde se vuelve en procesión, bandeando
los mozos a su finalización las campanas de la iglesia parroquial.
Fotos San Esteban 2001
Destacar asimismo los diferentes peirones diseminados por el término, como el de la Virgen del Pilar a la entrada del pueblo y cercano a la ermita anterior, junto al que se levanta un pequeño recuerdo a los muertos en la pasada contienda civil. También el peirón de San Miguel, desde donde el primer domingo de mayo se efectúa la bendición de los términos, y a donde se acude en procesión de rogativas adpetendam lluviam en las épocas de sequía. Ambos peirones, como el de San Pascual, se hallan de momento en buen estado de conservación, cosa que no ocurre con el de San Antonio de Padua, que hoy ofrece un aspecto menos cuidado.
Mención aparte merece el peirón de los Soldados en la cima del monte Valdellosa, que se supone construido en memoria de los caídos en las guerras del pasado. Es una formidable construcción formada por tres cuerpos concéntricos de planta circular que sobrepasa los 3.50 m de altura.
De entre las construcciones civiles, además del antiguo lavadero de lanas ya mencionado, la llamada “Hacienda del Señorito”, el desaparecido horno, el poco cuidado lavadero popular que ha motivado la creación de uno nuevo que, al parecer, presenta la curiosidad de tener el agua fresca durante el verano, y más bien templada durante el invierno. El molino harinero, que durante los años centrales de la centuria se transformó en un generador de corriente eléctrica que facilitaba el alumbrado público a El Pollo, Bello y Tornos, recientemente está siendo objeto de restauración por su nuevo propietario. La Fuente Nueva de la plaza, levantada con motivo de la instalación de agua corriente en los hogares, la Fuente Vieja de frente a la iglesia, que luce un escudo de armas, perteneciente a la casa más antigua de esta localidad.
La edificación solariega más interesante es la llamada Casa de los Benedictos, del siglo XVII y ubicada junto a la iglesia, es de estilo aragonés con aleros de madera decorada. Además de los bellos palomares que destacan sobre el perfil urbano.
En cuanto a la gastronomía, destacar el plato de Cordero a la Pastora al estilo de El Poyo del Cid, pues con tal nombre se recoge nada menos que en la Enciclopedia de la cocina aragonesa, que fue incluido en el menú del Día de Aragón celebrado en Calamocha en 1990. Luego, como no, todos los derivados de la tradicional-y aun presente- matacía del cerdo, sobre todo las tajadas de papada que se comen el día del sacrificio del animal, o el estofado con hueso de cerdo que asimismo se degusta durante los días del mondongo. Las farinetas o gachas de maíz se comían antaño los días de nevada, mientras que las migas se reservaban especialmente para la primavera y durante el esquileo de los rebaños de ovejas.
-NAVARRETE
Cuenta el P.Faci al ocuparse de la Virgen del Moral de El Poyo, que era objeto de veneración por parte de varios pueblos de la contornada. En la actualidad tan sólo Navarrete del Río visita en romería su ermita el domingo más próximo al 9 de mayo, durante la cual entonan los cánticos de “Clara Estrella” con versos sencillos y tiernos como demuestran estas dos estrofas de la despedida:
“…Clara Estrella, Madre nuestra,
Virgen Santa del Moral
Llénanos de bendiciones
Que nos vamos a marchar….
….Adiós Reina esclarecida,
adiós Virgen del Moral
que los fieles de esta ermita
u corazón dejarán….”·
Tras los actos religiosos, se vive una jornada de confraternidad vecinal. Desde 1995 , coincidiendo con la restauración de la ermita de San Esteban, se ha recuperado la romería a la misma, que tiene lugar el primer domingo de junio, se oye la Santa Misa con la correspondiente comida de hermandad entre peñas y vecinos. Por la tarde se vuelve en procesión, bandeando los mozos a su finalización las campanas de la iglesia parroquial. Fotos San Esteban 2001
El tercer domingo de mayo los vecinos de El Poyo realizan una nueva romería, esta vez a la ermita del Santo Cristo del Arrabal de Calamocha, siendo los encargados de organizarla los penitentes de la Hermandad de la Sangre de Cristo, conocidos popularmente como los curitos, con su hábito procesional negro. Salen estos cofrades en ordenada procesión hasta el límite del término con la Cruz, la imagen de la Dolorosa y el pendón negro de la Hermandad. Luego, en vehículos particulares, llegan hasta las inmediaciones de la ermita calamochina, a la que acceden de uno en uno, separados unos cinco metros, solemnes con su túnica negra que les tapa la cara, llevando las mismas imágenes el pendón representativo. Una vez dentro de la capilla del Santo Cristo, se destapan el rostro, entonan las oraciones de rigor, y abandonan entonces la misma con toda solemnidad de cara al altar y de espaldas a la puerta. Ya fuera, con el mismo orden de la llegada marchan hasta el límite del término de Calamocha. En todos estos actos van acompañados con la Banda de Tambores y Cornetas de la Cofradía del Santo Cristo de Calamocha, y, desde hace una década, participan el la misma tanto hombres como mujeres, cuando hasta entonces solo intervenían los hombres.
De regreso a El Poyo, los dos cofrades responsables del gasto obsequian a todos los participantes con un refrigerio, reanudándose la procesión con la salida a su encuentro, de vuelta al pueblo, con el sacerdote que va acompañado de algunas imágenes de la iglesia y del resto de fieles. Tienen lugar entonces las cortesías de las banderas roja y blanca al pendón negro de la cofradía. Los penitentes entran en la iglesia de uno en uno, en medio de un respetuoso silencio, de mayor a menor antigüedad. En la procesión del Santo Entierro del Viernes Santo de Calamocha, interviene esta misma cofradía acompañando a la del Santo Cristo de Calamocha con la que mantiene un antiguo y estrecho hermanamiento.
La Hermandad de la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo
“En nombre de Dios todopoderoso, y bajo la
advocación de Jesuchristo crucificado, nosotros, el Regente, el Cura, el Prior
y demás individuos de la Junta nombrada en el Capítulo General celebrado el día
19 de mayo del año 1871, para reformar las antiguas Constituciones, que no son
mas que fragmentos a las variadas en el año 1612, sin apartarnos de su
primitivo fin y espíritu…”
Así comienza el libro que hoy se conserva en El Poyo sobre las Constituciones de la Hermandad de la Sangre de Nuestro Señor Jesuchristo, que nos da una idea de la antigüedad de esta cofradía, así como de las constituidas bajo la misma advocación para los demás pueblos de la comarca. Por otra parte, en el archivo diocesano de Teruel se guardan dos libros de cuentas de la misma hermandad, con anotaciones desde 1711, pero que a no dudar debieron existir otros anteriores hoy no localizados.
La citada romería de los penitentes o curitos a la ermita del Santo Cristo de Calamocha, muestra el cariño y el respeto con que guardan los vecinos de El Poyo sus costumbres y tradiciones. El libro de cuentas actual está perfectamente al día en sus anotaciones de ingresos, recaudación de bandeja el día de la romería, así como las cuotas de los cofrades; lo mismo en cuanto a los gastos ordinarios de los honorarios del sacerdote, fiesta de la romería y cera para los entierros, como extraordinarios del tipo de confección de túnicas para los hermanos (1982), un manto para la Virgen(1992), bancos para la ermita de Calamocha(1996), y la restauración de la imagen del Cristo.
Foto PAGINA DEL LIBRO CONSTITUCIONES DE LA HERMANDAD,1870..
En la actualidad la hermandad está compuesta por ochenta y cinco cofrades y cinco viudas, cifra muy respetable para los habitantes de la localidad, la Junta de la misma la forman el párroco, el prior, los priores de los dos años anteriores, y tres vocales. Entre sus fines figura el fomentar la hermandad entre los miembros por medio de sufragios a los difuntos y la caridad con enfermos y necesitados. A diferencia de otras cofradías similares, la de El Poyo carece de tierras de su propiedad.
Entre las obligaciones que tienen está la organización de las procesiones del Domingo de Ramos, de Pentecostés, que hacen coincidir con la romería del tercer domingo de mayo, del Santo Entierro del Viernes Santo, de la Bendición de los Términos, el primer domingo de mayo, la Exaltación de la Cruz de mayo con misa por los cofrades difuntos, el 14 de septiembre en que se cierra el ejercicio anual. Ello sin contar el preceptivo acompañamiento en los funerales por los hermanos fallecidos en que, como el resto de actividades, van acompañados del crucifijo de la cofradía.
Entre los cargos que se signan figura el prior, listero, agarradores en los entierros, porteadores de las imágenes del Cristo Crucificado y de la Virgen Dolorosa, del pendón y dos alumbradores por cada porteador.
Tradicionalmente, la procesión de Pentecostés a la ermita del Santo Cristo de Calamocha se efectuaba el viernes siguiente al segundo domingo de mayo, hasta que tuvo lugar el 19 de mayo de 1978, que a la vuelta de la ermita, durante el refresco en La Navaza, por unanimidad de los 44 hermanos presentes se acordó pasar para años sucesivos esta celebración al tercer domingo de mayo. Ese mismo año, el 12 de abril, la cofradía recibió la visita del obispo de Teruel D. Damián Iguacén.
Antaño debió de existir también la cofradía de la Virgen del Rosario, según informaciones que obran en el archivo diocesano de Teruel, donde se conserva un libro de cuentas con anotaciones desde el año 1600 al 1749, de la que no queda recuerdo en la actualidad.
Entre las agrupaciones que hoy existen en El Poyo, destacar la Asociación de la tercera edad”San Esteban”, la Asociación de Amas de Casa “Virgen del Moral”, la importante Sociedad de Riegos. Con motivo del IX Centenario de la muerte del Cid, la asociación cultural “Mio Cid” pretende participar en los actos que se organicen en este aniversario, fomentando la creación de lo que podría llamarse la Ruta de Mío Cid, organizar torneos y cenas medievales, y otras actividades.
LEYENDAS
Y PERSONAJES POPULARES
No parece muy extensa la nómina de personalidades destacadas de El Poyo, lo que sin duda se deberá a un déficit en este tipo de investigaciones, dada la condición laboriosa y emprendedora que los caracteriza. De todas formas podemos recordar a la familia del Rey, que explotó el lavadero de lanas y ejerció una notable influencia en la vida económica de la zona durante los siglos XVII y XVIII; los Alba , cuyo apellido derivó con el tiempo a Alava y que figuran en los recuentos de infanzones del siglo XVIII en la Comunidad de Daroca, así en el de 1737 aparecen; Cayetano del Rey, Francisco del Alba, Juan del Alba, Joseph del Alba Berna, Joseph del Alba Polo y Juan del Alba Ximero; luego en el de 1787 encontramos Juan Ramón del Rey, los hermanos Francisco y Joseph Fernández de Alaba y Polo, Simón Fernández de Alaba y Francisco Lopez.
Sin embargo, El Poyo del Cid aparece ligado al nombre de uno de los más importantes representantes de los orígenes del republicanismo español, nos estamos refiriendo a Víctor Santos Pruneda Soriano, nacido en El Ferrol en 1810, los azares de la vida lo llevaron en plena juventud a esta localidad a orillas del Jiloca donde, entre 1828y 1835, ejerció como maestro y secretario, casando con Teresa Martín, natural de El Poyo, donde asimismo parece que nació su hijo Pedro Pruneda en 1830, que como el padre, abrazó la causa republicana, se dedicó al periodismo y al cultivo de la historia, aunque falleció en plena madurez creativa, en 1869. Victor Pruneda no lo haría, hasta 1882, en la ciudad de Teruel de la que fue alcalde y por la que fue elegido representante en cortes.
La encuesta realizada sobre el terreno nos ha permitido conocer otros personajes interesantes, como algunos miembros de la familia Beltrán que participaron como accionistas y como trabajadores en las minas de hierro de la localidad; la familia de Alfonso Sánchez, varios de cuyos miembros han destacado en el campo de la religión y de la política; o la familia Palacios que supo ganarse el aprecio de los convecinos. A título individual, señalar al P. Raúl F. Simón Pina, nacido en la localidad en 1929, terciario capuchino, de carácter amable y bondadoso que reside actualmente en Godelleta (Valencia), desde donde procura escaparse los veranos para pasar unos días con os suyos en El Poyo. Algo parecido sucede con el P. Vicente Domingo Cebrián, provincial de la orden del Corazón de María, que ha ejercido como misionero y visitador de la orden en India y diversos países de América del Sur. Y no queremos concluir este capítulo sin recordar a un viejo amigo, Ciriaco Soler, sacerdote y hoy profesor del colegio Las Viñas de Teruel.
En la memoria colectiva que conservan todavía las personas mayores, aparecen recuerdos y vivencias de antaño que, creemos, vale la pena evocar aquí. Como por ejemplo, los tiempos en que el edificio del lavadero y el del molino servían de lugar de encuentro para comentar antiguas leyendas de sucedidos diversos, cuentos de brujas o de apariciones de ánimas. Especialmente coincidiendo con Todos Santos, en que acudían muchos vecinos, cada uno con su silla, para esbrinar azafrán, mientras el rentero y Rafael Fortón, el último Señorito, convidaban a merendar a los presentes. De fondo, como si de un cuento de terror se tratara, sonaba el lento y monótono doblar de las campanas y campanicos de las iglesias vecinas tocando a difuntos. La vuelta al pueblo, de noche cerrada, después de contar tan siniestras historias, era todo un ejercicio de valentía, cualquier sombra o movimiento de árboles por el viento originaba las más diversas visiones y sembraba la inquietud entre la concurrencia. Por eso se volvía mas deprisa que una zorra que cría a siete.
Como en otros lugares, en El Poyo también tienen su milagro. En la ermita de la Virgen del Moral hay dos pinturas que recuerdan el hecho milagroso del niño que cayó en la turbina del molino saliendo ileso del lance. Las pinturas fueron obsequio de la familia del niño, si bien carecen de gran valor artístico, es de apreciar la piedad y devoción que manifiestan; en las mismas se representa respectivamente, el momento de la caída y la salida del niño ileso de las aguas, con la siguientes inscripción: El día 10 de septiembre de 1885 en el molino de El Poyo, cayó el niño Pascual Gil Garatechea, de siete años de edad, por una turbina, saliendo solo por el otro extremo, nada más que con una cortada en la nariz, y sus padres le ofrecieron a Nuestra Señora del Moral.
Este feliz suceso contrasta con otro de trágico desenlace que dejó honda huella en la memoria de los vecinos de El Poyo. Tuvo lugar en los primeros años del presente siglo el día de la fiesta de San Juan, mientras tenían lugar los oficios religiosos desapareció un muchacho de corta edad de la familia Chopo de la localidad: Como es de suponer, rápidamente se movilizó todo el pueblo en su búsqueda, que se extendió durante varias semanas sin el menor resultado, ante el misterio de todos y la desesperación de su familia; hasta que un buen día ya en el mes de septiembre dos pastores encontraron semienterrado su cadáver en un lugar del monte, desde entonces conocido como el Peñascal del Chico Chopo. A causa del los acontecimientos, el padre de la criatura quedó mudo para siempre. Muchos años después, un carretero de Tornos, hallándose en el umbral de la muerte, confesó haber atropellado al niño con su carro y haber enterrado su cuero, de lo que se arrepentía y pedía perdón.
A mediados de siglo, el niño que se perdió esta vez era de Tornos, en su búsqueda intervino toda la contornada y, finalmente, fue encontrado por los de El Poyo que salvaron así su vida. Como reconocimiento el Gobierno Civil les concedió la gracia que solicitaron de añadir el complemente del Cid a la denominación del pueblo.
No faltan personajes curiosos y simpáticos cuyo recuerdo pervive aún en la memoria popular, generalmente caracterizados por su sencillez y simpatía que gustaban mantener vivas las tradiciones del pueblo. Veamos algunos de ellos.
Lorenza Abad, la Tía Chopa, legre y dicharachera, conocedora de un sinfín de refranes y de cuentos, de quien aún se recuerdan los chochetes de la tía Chopa, que eran pastas originales de fabricación propia con las que obsequiaba a amigos y visitantes.
Vicenta Hernández, la Navarretina, popular personaje que en los carnavales andaba de juerga continua los tres días que duraba, llevando siempre detrás a toda la chiquillería del pueblo con la que alternaba como un crío más. Buena cantadora, dichera, alegre y con pocos prejuicios para la época.
Francisco Pamplona, personalidad original y pintoresca que acostumbraba a tocar un tambor que se había hecho con una lata metálica. Acompañaba a todos los entierros y a la vuelta se traía el carro que transportaba el ataúd. Gustaba de pasar buenos ratos en la plaza saludando a los visitantes, a quienes pedía con desenfado algún que otro pitillo que llevarse a los labios. Se recuerda de él el susto que dio a su familia y a todo el pueblo al desaparecer un buen día, tras buscarlo infructuosamente sin el menor resultado, al día siguiente apareció tan campante en Villalba de los Morales, donde había pasado la noche en casa de un pariente.
Francisco Calvo, el Sacristán, pues tal menester desempeñó durante largos años, como el de acompañar a los muertos en los entierros, tocar las campanas en todas las celebraciones con una cadencia muy especial, pedir a los vecinos por las almas del purgatorio o para las necesidades de la iglesia, comprar cera para la misma, entre otras muchas ocupaciones singulares, como la de sacar por su cuenta y riesgo imágenes de santos o de vírgenes a la puerta de la iglesia en los días de fuertes tormentas. Por todo ello no era raro que, de vez en cuando, fuese agasajado con algún que otro plato de viandas.
Salvador, el tío Che, así llamado seguramente por su origen levantino, lo que no le impidió gozar en El Poyo de todo el cariño de sus moradores. Campechano como nadie, recorría incansable los pueblos de la comarca con su carrito cargado de dulces y golosinas, con sus ribetes también de titiritero; todo con tal de ganarse la atención y la voluntad de la chiquillería, a la que animaba a participar en los juegos de chapas, cartas o cucañas, en especial el conocido como el hilillo, que todavía algunos recuerdan.
Nicolás Simón, el Alguacil, naturalmente, porque hablamos del subalterno municipal, pregonero oficial y encargado de mantener el orden en El Poyo. El último que detentó tal cargo en la localidad. No se olvidan sus recorridos calle por calle con su trompetilla al hombro, para pararse en las esquinas estratégicas, y, tras el correspondiente trompetazo, pregonar la venta de productos de los más variado, lo bandos del municipio, o cualquiera de los sucesos de interés informativo para los vecinos. Tras su jubilación, y para no perder del todo tan saludable costumbre, todavía durante un par de años más su mujer, Vicenta, se encargo de hacer las veces de pregonera.
Por último no queremos olvidar a los componentes de la orquesta Los Cid, formada con varios miembros de la localidad allá por los años cincuenta, y a cuyos acordes hemos bailado en fiestas y charangas por todos los pueblos de la comarca. Todavía se mantienen en activo, ahora con el sonoro nombre de Los Riber, sin duda en honor a nuestra ribera del Jiloca, y que son todo un símbolo del carácter alegre y festivo de los vecinos de El Poyo del Cid.
La Asociación cultural Mío Cid agradece: A Angel Alcañiz Gutierrez, Mª Carmen Layunta Layunta, y como no, a la Revista Xiloca por aportar todos estos datos que nos hacen volver gratamente a nuestro antepasado. A todos ellos y a todos los demás que han colaborado en la preparación de esta web - escaparate de El Poyo del Cid- muchísimas gracias.